Ante el desolador panorama financiero, las entidades que cotizan en Reykjavik han sido excluidas del índice OMX15 'sine die'. La situación es tal que Islandia ha solicitado oficialmente ayuda al Fondo Monetario Internacional.
La situación del país nórdico es crítica. Sus apenas 300.000 habitantes viven el paso de haber sido una de las economías más fuertes del mundo a la hecatombe de su sistema financiero. No obstante, muchos analistas han utilizado esta nación como ejemplo de la crisis por ser su caso similar "al del canario en una mina": el animal que avisa del peligro al morir antes que nadie.
El gobierno islandés ha tenido que adoptar de urgencia dos medidas críticas, la suspensión de la Bolsa durante varios días para evitar su desplome, algo que ha sido imposible vista la apertura, y la nacionalización de los bancos más importantes del país, Kaupthing, Landsbanki y Glitnir.
Estas entidades han crecido en los últimos años a un tamaño desmesurado, con un volumen de negocio que multiplica por diez el Producto Interior Bruto islandés, y que han estado supervisados por un banco central que no ha estado a la altura de las circunstancias para inyectarles liquidez.
El secreto del tamaño de estos bancos ha sido su expansión por Reino Unido, donde compitieron en los años de bonanza con tipos de interés superiores al 10% en sus productos financieros. Muchos ciudadanos británicos acudieron a ellos en masa, ahorradores que ahora han tenido que ser rescatados por el Gobierno de Gordon Brown para que no pierdan su dinero.
Así, Reino Unido ha garantizado los depósitos británicos de los clientes de Kaupthing a través de ING, que se ha quedado con su negocio a cambio, mientras que los activos de Landsbanki han sido congelandos gracias a la legislación antiterrorista.
(Texto extraído de www.elmundo.es)
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